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-- ¡Ya sabe… el nueve…! – dijo la muchacha al señor, quien asentía con un
movimiento afirmativo de cabeza, a la vez que se retiraba y se dirigía a la
puerta para salir de la sala en donde había estado toda la mañana.
La muchacha le había lanzado un beso al aire al señor, con su
característico sonido al pasar el viento por la boca cerrada en forma de hacer
buches, y le batía la mano derecha de manera juguetona en la despedida. El
señor le había correspondido con un movimiento reverencial de cabeza y de
tronco su gesto, e igual le batía la mano en señal de despedida, después de
darle la mano a la enfermera y desearle buen resto de día, y de despedirse…
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