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Tal vez la locura mental, como
consecuencia de emociones, no sea más que un estancamiento en un solo lugar y
espacio de manera permanente en el tiempo, sin la aceptación emocional de un
constante cambio; tal vez, sea una fijación como idea, marcado por la sensación
vivida en ese espacio determinado al que se vive anclado, y por consiguiente,
varado y estancado.
Precisamente, porque el pasado ya no
es, porque fue; el futuro, es un misterio y todavía no es, sino que será; tal
vez. Y el presente es eso: un obsequio del existir. Tal vez, por eso, es que al
presente se le llame “presente”; es
decir, un “obsequio”. Lo demás no
cuenta, ni en regresión, sino como referencia; ni el futuro, ni como ilusión,
sino como proyecto, del que ese obsequio, no es más que un sorprendente regalo
del existir-existiendo, sin ataduras, ni hacia atrás, ni hacia adelante; sino
en permanente vigencia actualizante de la vida como regalo.
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