martes, 15 de marzo de 2016

Ana Maria, Porfiria y van Gogh: capitulo 16

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Ya serían un poco más de las doce del mediodía.
La enfermera iba recogiendo algunos de los instrumentos de su trabajo y los iba colocando en sus respectivos armarios. La señora del aseo, estaba ya pasando la escoba por donde se lo permitiese los espacios, para ir adelantando en sus faenas de limpieza. El médico todavía seguía en su consultorio, porque todavía había en la sala algunos pacientes esperando que los atendiera.
La muchacha ya había terminado de recibir su tratamiento, y se estaba colocando un suéter, mientras seguía conversando, sin faltar su sonrisa.
El señor todavía esperaba que se consumiera todo el suero extra que le habían colocado para lavar bien las venas, como es la rutina en esos casos.
Se estaba pasando de un instante a otro en los muchos de la instantaneidad vivida en esa mañana en esa sala, y en cualquier y todas las partes del mundo sin ser la excepción, de espacios, lugares  y tiempos determinados; pero en cadena sin detenerse en nada, ni siquiera para reparar el momento recién andado. Continuidad de presentes de un eterno presente, vivido y transitado en fraccionalidad de momentos…

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