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Todo llevado, gracias al arte que
nos devuelve a la naturaleza misma, a la sutil fantasía de vivir con sentido,
para comprender con la misma sutileza que todo cambia, y que el cambio es una
fuente que nunca acabará, sino en la transformación de un ser mejor,
precisamente por esa misma proyección de un tiempo eterno de cambios que elevan
constantemente… en esa tridimensionalidad…
Todo, gracias al arte… ya en una
pintura, o en la música, o en las letras que llevan a comprender y precisar que
nada está ya conseguido, sino que es necesario el siguiente instante con su
riqueza inmensurable, como Dios mismo, que es la esencia misma de la
naturaleza… Porque el arte nos lleva y nos permite volver a ella, cuando de
ella, por las razones que sean, nos alejamos o nos olvidamos que no somos sino
la misma naturaleza perfeccionada y perfeccionable, que nunca volverá a lo ya
andado, sino en actitud de añoranza enfermiza y paralizante… Porque todo es constante
movimiento…
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